Al comenzar la presentación del seminario, el prorrector de Enseñanza, Juan Cristina destacó que la Udelar es una universidad pública, gratuita, inclusiva y con un cogobierno democrático. Es una comunidad que actualmente cuenta con aproximadamente 150.000 estudiantes y gracias al proceso de descentralización, que lleva diez años de desarrollo, 19.000 estudian en el interior junto a 600 docentes en los tres Centros Universitarios Regionales. También recalcó que el 48% de los estudiantes de la Udelar son primera generación de universitarios en su familia y que el 53% trabaja además de estudiar.
Recordó que la institución suspendió la modalidad presencial a raíz de la pandemia: «una situación sin precedentes que encuentra a la Universidad resiliente y al servicio de nuestro país, brindando sus capacidades científicas y de todo tipo y trabajando en diversos aspectos en el combate al coronavirus, destinando recursos humanos y financieros de un presupuesto acotado». Pasar a una modalidad no presencial a la escala de la Udelar implicó un enorme esfuerzo de todos los servicios y a nivel central, indicó, pero «esta crisis nos enseñó a adaptarnos a escenarios difíciles, mucho de lo que aprendimos quedará y nos permitirá brindar una enseñanza aún mejor».
Experiencias y perspectivas regionales
El primer panel contó con la participación de Francesc Pedró, director del Instituto Internacional para la Educación Superior en América Latina y el Caribe (UNESCO-IESALC), quien se centró en los efectos de la pandemia sobre la educación superior. Señaló que a futuro, tendrá un efecto sobre la demanda: cuando se parte de una situación de vulnerabilidad en que las condiciones tecnológicas y de conectividad no son óptimas, o no existe un ambiente de autodisciplina en los estudiantes, cabe esperar que en el corto plazo la recuperación de las actividades universitarias sufra un descenso de la demanda. Esto es debido a que «muchísimos estudiantes tendrán que ocuparse en otras cosas, como intentar conseguir ingresos, y por lo menos reducir el costo de oportunidad que significa que un joven en una familia vulnerable esté en la universidad». Sin embargo, afirmó que muchos jóvenes verán en la educación superior una oportunidad de encontrar un refugio ante un mercado laboral que si no los rechaza, les ofrece trabajos mal pagos. En ese sentido, la oferta 100% a distancia cobrará más vigor porque responderá a esta necesidad inmediata.
Respecto a la oferta, destacó que como región América Latina tiene más estudiantes en el sector privado que en el público, el caso de Uruguay es una excepción. Señaló que muchas universidades privadas han empezado a reducir sus aranceles hasta un 30% y será muy difícil que subsistan. Mientras que en en el caso de las públicas, los países tendrán como prioridad la atención de las necesidades sanitarias por encima del presupuesto universitario. Afirmó que «a no ser que seamos capaces de construir una narrativa potente demostrando que la universidad es un servicio social-económico, y de contribución a la recuperación económica (…) en los planes de estímulo y recuperación que los países elaborarán la educación superior quedará como una de las últimas prioridades».
Sobre la evaluación en este contexto, indicó que muy probablemente las capacidades tecnológicas serán «una ventana de oportunidad para ayudarnos a reflexionar qué es lo que pretendemos con la enseñanza universitaria: transmisión de contenido, o desarrollo de competencias para el cual la transmisión del contenido es imprescindible». Explicó que es una ventana de oportunidad para «ver hasta qué punto conseguimos desarrollar las competencias que consideramos importantes en cada curso y cómo debería ser la evaluación».
Por último, recordó que lo más importante del paso de los estudiantes por la universidad es la experiencia en sí misma, que es una experiencia social, de crecimiento como ciudadanos, y por tanto, «no se la podemos robar a las generaciones que se encontraron con la pandemia en su proceso educativo».
Rosa Devés, vicerrectora de Asuntos Académicos de la Universidad de Chile, expresó que es difícil dimensionar la magnitud de esta crisis y su impacto sobre el sistema universitario en el mundo, que se encuentra frente a la exigencia de modificar radicalmente sus prácticas en el ámbito formativo. En ese sentido, opinó, este es esencialmente un tiempo de aprendizaje colectivo y será necesario «demostrar, en base a evidencia, por qué hacemos lo que hacemos, que somos capaces de resistir las dificultades, y que nuestra disposición es utilizar ese aprendizaje para mejorar las instituciones».
Señaló también que deben evaluarse acciones que comprometen el funcionamiento general de una universidad: qué unidades académicas pudieron responder mejor y por qué, cómo apoyar a aquellas que encontraron dificultades, y qué conflictos preexistentes se han visualizado en este momento.
Dentro de «los principios que han guiado el cambio», destacó como prioridad mantener la continuidad de la enseñanza y el aprendizaje en condiciones seguras: «la convicción de que nuestra tarea es educar, formar integralmente, de que debemos ser capaces de sostener estos procesos cautelando calidad y equidad, recurriendo a la flexibilidad e ideas creativas, y en un marco de colaboración interinstitucional».
Para Devés es clave también la flexibilidad normativa, la confianza y la transparencia, la conversación colaborativa entre los distintos actores. Asimismo, llamó a brindarle más autonomía a los docentes para tomar decisiones y promover la integridad académica. «Esta crisis ha colocado la evaluación del aprendizaje en el centro, se hace imperativo evaluar en forma mucho más continua de forma que los profesores puedan revisar y modificar sus prácticas y planificación constantemente», concluyó.
Rediseñando la enseñanza
Al finalizar el primer bloque, el rector indicó que la Udelar en este momento tiene cerca del 90% de sus carreras de grado operando en plataformas digitales y hay cerca de 100.000 estudiantes teniendo algún grado de actividad en estas plataformas. Sostuvo que se debe tener en cuenta la dimensión de la transitoriedad, es decir, qué quiere decir tomar decisiones de urgencia para atender la emergencia sanitaria desde una clave universitaria. «Es transitorio en el sentido de que nos saca de la normalidad del quehacer educativo de las universidades, pero no tenemos claro cuál es el horizonte de esta transitoriedad», especificó.
Para Arim «estamos muy lejos de estar en una situación donde el grueso de la población genere mecanismos de defensa contra el COVID-19, tenemos un escenario de incertidumbre por delante». Entonces es prioritario reflexionar como universitarios sobre cómo encarar y rediseñar la enseñanza de grado y posgrado en un contexto donde no estarán claros los parámetros de accionar presentes. Explicó que las universidades son las instituciones que están abriendo por último, o han cerrado pese a que otras instituciones han permanecido abiertas, porque pueden trasladar gran parte de su actividad a plataformas digitales, sin embargo, «este no es un modelo de enseñanza».
Consideró que la evaluación es relativa: «tiene que predominar una lógica holística que nos recuerde a los docentes que el curso que dictamos es un eslabón en un proceso de formación mucho más general». Respecto a la lógica de formación propia de los planes de estudio y cómo trasladarlos a los espacios virtuales, mencionó algunos ejemplos de actividades no trasladables, como la formación clínica y la experiencia de laboratorio, y enfatizó la necesidad de pensar una estrategia para ajustarlas a los requerimientos de distanciamiento social.
Por último, concordó con Devés respecto al concepto de confianza y afirmó que «tenemos que construirla sostenida en la seriedad: preservar la calidad es un elemento clave, (…) estamos priorizando la enseñanza de grado, la democratización y el acceso a la enseñanza, la permanencia en la Universidad de los estratos sociales que tienen más dificultad para inscribirse en ella, y el aporte de nuestros investigadores para la contingencia, sin desplazar otras agendas de investigación». En esta misma línea, comentó que pronto los investigadores generarán el test de detección de anticuerpos contra COVID-19, lo cual habla de la capacidad de reacción rápida de la Udelar en estos contextos. «La autonomía de la institución tiene que estar anclada en la realidad nacional y requerimientos sociales, la Udelar en este contexto tiene que volver a generar un enganche con la sociedad en su conjunto», concluyó.
La mirada estudiantil
Rodrigo Nicolau, representante del orden estudiantil en el Consejo Directivo Central (CDC), explicó que desde el orden estudiantil llevaron al Consejo la preocupación de que las evaluaciones deben estar comprendidas en un tiempo cercano al curso para evitar la superposición de otras evaluaciones de semestres futuros y que además, muchas veces para poder cursar la materia, se necesitan conocimientos previos de cursos anteriores. También han planteado el tema de las previaturas dado que «es deseable que las previaturas que son inmediatas a este semestre, se puedan dejar en suspenso».
Asimismo, el orden estudiantil considera importante contemplar la heterogeneidad que existe entre las disciplinas y los cursos, la forma de evaluación es intrínseca a cada Facultad, a cada Departamento y a cada Unidad Curricular y, por tanto, «es importante ser flexibles» y tener en cuenta la heterogeneidad de los estudiantes en cuanto a sus posibilidades para estudiar y sus recursos en esta emergencia sanitaria. «Hay que tener en cuenta que la exigencia se ha complejizado, porque se hacen más evaluaciones y más continuas en el tiempo y cuando uno cursa varias materias a la vez, implica otra intensidad en el estudio dentro de nuestros hogares», explicó.
Reconoció que esto también implica un mayor esfuerzo por parte de los docentes y subrayó la buena disposición para adaptar los cursos a la modalidad virtual y adaptarse a los nuevos desafíos, porque ésto no sólo exige aprender a usar nuevas plataformas y adaptar sus contenidos, sino además hacerse cargo de las tareas de trabajo no remunerado en el hogar. Por otro lado, señaló que existen planteos de estudiantes manifestando los pocos días de antelación con los que se les avisa de las evaluaciones y que se han implementado mecanismos restrictivos, por miedo a que existan plagios o copias.
Además, recordó que los estudiantes no son ajenos a la crisis económica del país, lo cual puede generar dificultades en el desempeño académico y, por tanto, debería tenerse en cuenta a la hora de la evaluación. También es importante considerar que el acceso a internet y a una computadora es diferente para cada estudiante, así como las condiciones del hogar o la disponibilidad de espacios de estudio adecuados para poder concentrarse, remarcó.
Plataformas virtuales
Alejandro Blanco, representante de la Comisión Sectorial de Desarrollo Informático, reflexionó sobre las evaluaciones en línea en condiciones de masividad y si la Udelar está realmente preparada para llevarlas a cabo. Explicó que se generó un uso dispar de tecnologías sincrónicas y asincrónicas que produjo «un cambio de paradigma en el dictado de clases al que no estábamos acostumbrados los docentes y estudiantes».
Esta situación tuvo un impacto muy grande con el incremento del uso de la infraestructura informática -hardware y software-, y del ancho de banda para el acceso a servicios informáticos -para el dictado de clases y publicación de materiales, videos, entre otros, y a su vez nuevos problemas a los cuales los técnicos de la Udelar no estaban acostumbrados a enfrentarse. Como por ejemplo, el acondicionamiento físico, eléctrico y ambiental en la infraestructura de los servicios, y hubo que adaptarse, explicó, con nuevos servicios como plataformas de gestión y streaming de video.
Esto generó enormes desafíos en los sistemas de evaluación. La Udelar trabaja desde hace muchos años con plataformas de enseñanza en línea como el Entorno Virtual de Aprendizaje (EVA) y Moodlee, por lo que muchos cursos ya tenían experiencia en evaluaciones en línea, pero la situación actual requiere evaluaciones sincrónicas de 500, 1000 o más estudiantes. Asimismo, surgieron otros planteos por parte de las cátedras respecto a garantizar la identidad de quién realiza la evaluación, o si ésta se puede realizar con o sin material, señaló Blanco. Por su parte, los estudiantes consultan si tienen garantizadas las condiciones de acceso ininterrumpido durante la evaluación y si se están utilizando las plataformas adecuadas para evaluar.
Además, enumeró algunos objetivos a corto plazo: se realizará una guía de recomendaciones funcionales y de infraestructura, y se pretende instalar servidores dedicados a las evaluaciones. Como no todos los servicios puedan contar con esa posibilidad, se generará un ámbito colaborativo entre las facultades. Se están terminando las pruebas para confirmar la viabilidad técnica de estas soluciones, afirmó. «Estas prácticas y sistemas vinieron para quedarse», indicó, y por eso entiende que a mediano y largo plazo es necesario considerar otras plataformas de evaluaciones y de gestión de recursos audiovisuales. Además, es importante que la Udelar cuente con instalaciones propias de WebConf y analizar la posibilidad de implementar laboratorios a distancia, así como sistemas antiplagio y anticopia con abordaje en los aspectos tecnológicos, éticos y jurídicos.
Lo presencial y la virtualidad
Gabriel Kaplún, profesor titular de la Facultad de Información y Comunicación (FIC) explicó que la Udelar hizo «un mix muy especial» entre la tecnología y la educación dentro de las posibilidades que tiene. Además, entiende que conviene pensar escenarios posibles donde entre lo presencial y la distancia haya un término medio, y que en cada situación se elija lo más adecuado: «no pensar que luego de esto vamos a hacer todo a distancia o nada a distancia», ya que, por ejemplo, algunas actividades se pueden hacer virtuales o grabadas, explicó.
Considera que es una valiosa oportunidad para que los docentes repiensen algunas cuestiones pedagógicas como la planificación de las clases, cuáles son las prioridades para que los estudiantes aprendan y si están evaluando bien qué contenidos elegir. También hizo referencia a la evaluación y se cuestionó si los docentes «nos estamos preguntando qué es lo que realmente queremos que aprendan nuestros estudiantes», porque «muchas evaluaciones que apuntan a la evaluación de conocimiento y a veces no estamos eligiendo las mejores herramientas».
También se refirió a que «los lazos afectivos se construyen desde lo presencial, así se construyen grupos y la grupalidad es muy importante para aprender», porque «el aprendizaje es solitario, pero siempre es social». Por último, opinó que esta «es una gran oportunidad para instalar estrategias que conviertan a la Udelar en un espacio donde lo presencial y la distancia se combinan de un modo mucho mejor», y se eviten algunas situaciones, como las clases masivas de 500 estudiantes donde la posibilidad de interactuar es escasa.
Experiencias a distancia en todo el país
Pilar Rodríguez, coordinadora de la Unidad de Apoyo a la Enseñanza del Centro Universitario Regional del Este, planteó los desafíos y dificultades de la evaluación a distancia en las universidades del mundo, en el marco de la epidemia. Señaló ejemplos de diseño e implementación de aulas virtuales y evaluaciones a distancia en España y Estados Unidos. En América Latina, según datos de la UNESCO, hay 23.4 millones de estudiantes y 1.4 millones de docentes, el 98% de ellos se ha vinculado a los cursos a distancia instrumentados en la mayoría de los países. En cuanto a la evaluación en modalidad virtual no está instalada en todas las universidades de América Latina, algunas como la Universidad de Buenos Aires (UBA), en Argentina, esperan volver a la actividad presencial para aplicar las evaluaciones.
Rodríguez sostuvo que para que la evaluación a distancia tenga validez se requiere realizar trabajos previos, así como durante la prueba y posteriores. En la previa es necesario implementar una buena autenticación de los estudiantes, adjudicarles usuario y clave. También es imprescindible crear un buen diseño y programación de la prueba en la plataforma. Durante la evaluación recomiendan instrumentar un monitoreo remoto, que se puede llevar adelante con ayuda de algunas herramientas de Moodle, pero estas no están habilitadas en el EVA, por lo que para la docente es necesario fortalecer las tareas previas y posteriores a la evaluación. Estas últimas se enfocan a la detección de falseamiento de las pruebas, que puede pasar por la copia con otros estudiantes, uso de herramientas o consultas no permitidas.
En cuanto a los desafíos, señaló la necesidad de crear estándares para el diseño y aplicación de pruebas remotas y desarrollar un sistema de control a distancia aplicable en la plataforma EVA. También resaltó la necesidad de desarrollar una fuerte formación docente en evaluación a distancia.
Continuidad y accesibilidad educativa
Julio Siciliano, director del Departamento de Educación Médica de la Facultad de Medicina, planteó una mirada de la evaluación desde el interior de su servicio en el correr de este año lectivo. Indicó que frente a la emergencia sanitaria el Departamento se planteó dos propósitos: la continuidad educativa y el acceso de todos los estudiantes a los cursos. Para ello elaboraron algunas estrategias: monitorización permanente, gestión de procesos, evaluación de escenarios y acciones. También instrumentaron acciones de asesoramiento y apoyo tecnológico a docentes, estudiantes y a la institución, en este sentido se compró un servidor con una capacidad diez veces mayor al que tenían en la Facultad.
Siciliano indicó que a partir de las resoluciones de la Udelar en el marco de la emergencia sanitaria, todos los cursos se desarrollaron en modalidad virtual. Las clases teóricas se brindaron a través del canal de YouTube de la Facultad, los talleres y trabajos prácticos, por la plataforma Zoom y la clínica se abocó a preparar el retorno a la presencialidad.
En cuanto a la evaluación de los aprendizajes, se trabajó en la reflexión de cómo pasar a la modalidad virtual. Reconocieron la gran diferencia de los cursos de la facultad en tiempos, contenidos, experiencias previas en aprendizaje virtual, por lo que concluyeron que no era posible instrumentar una solución homogénea en las evaluaciones. Se buscaron soluciones para cada unidad curricular teniendo en cuenta sus particularidades, en algunos casos se decidió posponerlas para cuando se retome la presencialidad, en otros se plantearon en forma virtual.
En lo que se refiere a los desafíos, indicó que en la institución hay poca experiencia en el aprendizaje a distancia por lo que hay que profundizar esta herramienta así como incrementar la validez predictiva de las pruebas, y ampliar los recursos tecnológicos.
Siciliano resaltó algunos resultados positivos a futuro de este contexto como una mayor experiencia en las clases a distancia, el incremento del número de instancias de evaluación y la adecuación de las características de este proceso. Asimismo, subrayó el valor de la utilización de herramientas virtuales para favorecer el acceso y la inclusión de los estudiantes y el desarrollo de una evaluación de la calidad de las actividades presenciales. También destacó la generación e incorporación de insumos y herramientas valiosas a futuro como las clases grabadas y la videoconferencia.
José Passarini, director del Departamento de Educación de la Facultad de Veterinaria compartió la experiencia del servicio en el proceso de aprendizaje y evaluación a distancia desarrollado en el marco de la epidemia. Señaló que la Facultad de Veterinaria partió con algunas fortalezas como una buena formación y experiencia de los docentes en clases a distancia, en el uso de videoconferencia y del EVA. La facultad cuenta con esta plataforma en un servidor propio desde 2008 y desde 2015 todos los cursos tienen un espacio allí con diferente grado de desarrollo. Además ya era condición que por lo menos el 10% del puntaje requerido para aprobar los cursos surgiera de la evaluación continua. Otra de las fortalezas se encuentra en la buena información que se brinda a los estudiantes que ingresan, en su seguimiento instrumentado a través de Bedelía, así como en buenas estructuras de apoyo a través de la Secretaría estudiantil, un servicio de orientación psicológica, el Decanato, tutorías y el apoyo del Programa de Respaldo al Aprendizaje (Progresa).
Algunos de los desafíos que se les presentaron para instrumentar las clases a distancia fueron utilizar herramientas para la comunicación sincrónica virtual y masiva y lograr que las carreras de la región metropolitana y del litoral norte trabajaran con una mayor articulación. Otros retos fueron planificar los cursos con una mayor interacción dentro de la plataforma y apoyar a estudiantes, docentes e institución con conectividad y equipos que les permitieran la continuidad de los cursos.
Passarini explicó que todos los cursos de la facultad se instrumentaron en forma virtual a partir del 16 de marzo. En cuanto a las evaluaciones señaló que casi todos los cursos han hecho evaluaciones a través del EVA aunque estas se adaptaron de acuerdo a las particularidades de cada uno. Resaltó la necesidad de una planificación de las evaluaciones que incluya aspectos como niveles de exigencia, tiempo, cantidad de estudiantes y comunicación con ellos. Asimismo, señaló la necesidad de un monitoreo permanente mientras se realiza la prueba. Para finalizar destacó el alto compromiso de docentes y estudiantes con el proceso, la importancia de que se hayan incorporado al aprendizaje herramientas que no se utilizaban y que podrán a futuro complementar el trabajo presencial.
Acompañar y sostener
Mercedes Collazo, coordinadora de la Unidad Académica de la Comisión Sectorial de Enseñanza destacó el papel decisivo de las Unidades de Apoyo a la Enseñanza y otras estructuras pedagógicas de los servicios «para acompañar, sostener, colaborar, reflexionar, evaluar e investigar la enseñanza en la Udelar en este momento tan especial».
Collazo indicó que los servicios de la Universidad iniciaron sus cursos en tiempos diversos, en general con pocas y breves o moderadas interrupciones. El semestre se desarrolló, en general, de acuerdo a lo previsto inicialmente, casi ninguno de los cursos ha tenido que prolongarse y en el caso que esto fue necesario la extensión fue mínima y no irá más allá del mes de julio.
En lo que se refiere a la evaluación, todos los cursos que tienen más de tres períodos de exámenes anuales debieron suspender las pruebas intra semestre. La amplia mayoría de los servicios potenciaron la evaluación formativa y certificadora y desvincularon la aprobación de los cursos del control de asistencia, con lo que todos los estudiantes quedaron habilitados a rendir examen. Se dieron tres grandes núcleos de situaciones: cursos que apuntaron a posponer la evaluación para llevarla a cabo en forma presencial, cursos que optaron por una evaluación mixta con mayor o menor peso en lo virtual y aquellos que adoptaron la evaluación virtual.
Collazo planteó la necesidad de reflexionar a corto plazo sobre algunas interrogantes como: ¿la totalidad de estudiantes tienen derecho a la evaluación y sería pertinente instrumentar un mecanismo de reenganche para aquellos estudiantes que no pudieron participar de los cursos?; ¿se pueden esperar los mismos rendimientos de la enseñanza virtual que de la presencial? Reflexionó que en el caso de la Udelar las respuestas a estos cuestionamientos deben basarse en principios como equidad y flexibilidad para instrumentar estrategias que consideren las situaciones particulares de los estudiantes. «Garantizar la continuidad educativa es un punto clave para la toma de decisiones en evaluación», expresó.
Finalizó señalando algunos desafíos: ajustar los contenidos curriculares y reforzar en el próximo semestre los aprendizajes que no han sido suficientemente trabajados, capitalizar los aprendizajes adquiridos y jerarquizar los procesos de evaluación formativa a nivel institucional. También destacó la necesidad de avanzar hacia un reglamento universal en la Udelar, que establezca los lineamientos de una pedagogía institucional, y coloque a la Universidad en un nivel mayor de confianza que el que tiene.
Carina Santiviago, coordinadora de Progresa, destacó que este intercambio sobre la enseñanza y las evaluaciones a distancia se realiza en el marco una situación extrema que atraviesa todos los aspectos de nuestra vida. La realidad es que «no hay nada igual que antes, y es muy prematuro sacar conclusiones de lo que va a venir después», afirmó, pero sabemos que debemos «estar atentos a que esto no profundice las desigualdades». La pandemia pone de manifiesto las diferencias de edad, de género, geográficas, socioeconómicas, para las que tenemos que buscar soluciones creativas; la enseñanza online es necesaria en esta situación, pero a la vez nos conduce a un esfuerzo para que «las brechas digitales de hoy no se transformen en las brechas educativas del mañana».
Indicó que las palabras claves para cambiar las formas de aprendizaje y prácticas educativas son «flexibilidad y priorización». En estos meses se pudo constatar que las clases virtuales dan más espacio a la autonomía de los estudiantes y a la colaboración entre ellos que las presenciales, es ahí que «tenemos que intentar incluir las interacciones de los estudiantes como facilitadoras de la construcción de conocimiento», explicó. También se comprueba que la duración de la clase virtual no tiene que ser necesariamente la misma que una presencial, muchas veces encuentros breves y sincrónicos generan buenos resultados, considerando que «ni estudiantes ni docentes vamos a rendir igual en esta situación de excepcionalidad».
De parte de los estudiantes, por un lado se han recogido expresiones de gran alegría por poder continuar cursando y por otro, planteos sobre las dificultades que se les presentan: acceso limitado a internet, computadoras compartidas, falta de espacio propio, cuidado de hermanos y adultos, dificultades económicas, y otras relacionadas a la enseñanza online, «que requiere una autodisciplina y autorregulación diferente». Pero «también han aparecido con fuerza sentimientos de solidaridad, ansias de participación y de ayudar a otros estudiantes», expresó Santiviago.
Como medidas imprescindibles, se deben proveer información clara para todos, plataformas y herramientas adecuadas, acompañamiento y sostén activo a los estudiantes, becas materiales y desarrollo de habilidades docentes. Una vez finalizada la pandemia deberemos contar con un diagnóstico claro de las actividades realizadas y los resultados obtenidos, identificar a los estudiantes en situación de riesgo de desvinculación, implementar estrategias de reenganche y ajustar el calendario académico, afirmó. También deberemos ver «cómo podemos transformar esta situación en procesos innovadores de aprendizaje centrados en el estudiante».
Afirmó que habrá situaciones de rezago y abandono, y que no dependen exclusivamente de la situación socioeconómica del estudiante, sino que están «fuertemente vinculadas a las medidas que tome al Udelar como institución». En necesario lograr que esto se transforme en una ventana de oportunidad, «vinculada más que nunca a la realidad social», concluyó.