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Experiencias docentes en pandemia: hacia una modalidad híbrida

A principios de 2020, ante el comienzo de la emergencia sanitaria causada por el Covid-19, los docentes universitarios tuvieron que adaptarse al cambio de la enseñanza presencial a una nueva modalidad virtual. El Portal de la Udelar dialogó sobre las experiencias, los aspectos positivos y negativos de este proceso con los docentes Diana Domenech, coordinadora de la carrera Doctor en Medicina en el Centro Universitario Regional (Cenur) Litoral Norte; Gonzalo Vicci, coordinador de la Unidad de Formación y Apoyo Docente y asistente académico del director del Instituto Escuela Nacional de Bellas Artes (IENBA); y Nancy Peré, profesora adjunta de la Unidad Académica de la Comisión Sectorial de Enseñanza (CSE).

Apoyos de la Universidad

Peré explicó que en este contexto se requirieron dos tipos de apoyo: uno desde la infraestructura para la virtualidad y otro para las personas. En cuanto al primero, la Udelar brindó equipos a los docentes para el teletrabajo, además realizó una gran inversión a nivel central para la compra de licencias de Zoom para soportar la enseñanza por videoconferencia. Por otro lado, se requirieron apoyos desde el punto de vista pedagógico, didáctico. Asimismo, se brindó apoyo estudiantil, sobre todo a los estudiantes de primer año para evitar la desvinculación. Hay apoyos que se dieron a nivel central, pero también los servicios y las Unidades de Apoyo a la Enseñanza desarrollaron estrategias propias y específicas, y hubo ayuda de todos los funcionarios técnicos y administrativos.

En cuanto a fortalezas de este proceso, Peré afirmó que la Udelar ya tenía soportes instalados que pudieron atender los requerimientos. Por ejemplo, la existencia de hace más de 10 años del Entorno Virtual de Enseñanza y Aprendizaje (EVA) en todo el país, al igual que los programas de formación pedagógica y didáctica realizados a nivel central, como el Programa de Desarrollo Pedagógico Docente, que se realiza desde 2016 y tuvo un ajuste al realizarse a distancia y en temáticas que tengan que ver con enseñanza virtual. Asimismo, en los servicios fueron múltiples las estrategias de formación que se desarrollaron para sostener la virtualidad. Por el lado del apoyo a los estudiantes, el Programa de Respaldo al Aprendizaje (Progresa) y Bienestar Universitario sostuvieron a los estudiantes de ingreso y en el tránsito de la carrera para apoyar desde la psicología y las tutorías. 

Otra de las fortalezas, para Peré, fue la compra de equipos informáticos para estudiantes y los relevamientos que se hicieron para saber exactamente cuál era la situación que podía estar invisibilizada al no ser un recurso que se necesitara tanto anteriormente. Además, destacó que «la Udelar tiene un cuerpo docente y de funcionarios TAS muy comprometido, promoviendo una educación pública de calidad; hubo mucho esfuerzo de ponerse la camiseta y tratar de que la Universidad saliera adelante con los recursos que tenía».

Sobre las dificultades, indicó que fue evidente en algunos casos la escasa expansión del uso de recursos tecnológicos existentes, sean entornos virtuales, equipos de videoconferencia, o herramientas de evaluación en línea. Esto obligó a una actualización fuerte o una preocupación por su uso hacia una educación virtual de emergencia, no como enseñanza virtual propiamente dicha, sino para salir de la situación y responder lo mejor posible al contexto. Peré también recordó que hay prácticas de enseñanza exclusivamente expositivas que dan poco margen de maniobra. Asimismo, se refirió a las dificultades propias de contar con recursos económicos y presupuestales escasos y la incertidumbre de la duración de la emergencia sanitaria, que no permite una planificación a mediano plazo. 

«El camino hacia una modalidad híbrida donde no haya ni diferencias ni límites claros entre lo que es presencial y lo virtual es una realidad en todo el mundo, y la Universidad también entró en ese camino», afirmó y agregó que el segundo semestre está por definirse de acuerdo a la evolución de la pandemia, será muy similar a lo ya realizado pero con más experiencia, porque ya los docentes han realizado más evaluaciones y cursos en línea, y hay una mejor planificación. «La intención de volver a lo presencial está en las cuestiones sociales, en la necesidad de intercambio, de contacto que siempre está sobre la mesa y es lo que se va a atender en cuanto se pueda, pero la enseñanza va a tener otro carácter para aquellos que necesitan otras formas de aprender», concluyó. 

La socialización y la desconexión

Vicci afirmó que el proceso de cambio en la modalidad de enseñanza fue «complejo» por las características que tiene la enseñanza en el Instituto Escuela Nacional de Bellas Artes y la Escuela Universitaria de Música, que son carreras tradicionalmente muy centradas en aspectos presenciales con poco desarrollo de cursos virtuales. «La adaptación de las instancias presenciales a lo virtual fue muy difícil porque son lenguajes que necesitan del trabajo en taller en muchas de sus dimensiones, entonces el espacio taller de alguna manera no era fácil sustituirlo y esto generó complicaciones», señaló. Durante el primer semestre de 2020 no se encontró una solución alternativa, ya para el segundo semestre se empezaron a instrumentar con ayuda de algunas instancias presenciales -debido a la flexibilización de las medidas del gobierno- algunas herramientas para que los estudiantes pudieran desarrollar actividades de taller en sus propias casas, con materiales provistos por la institución. Vicci destacó el apoyo de la Udelar de la División de Sala Zoom que permitió replicar las clases de manera virtual, y con el apoyo de la sistematización de información en cuanto a herramientas didácticas o pedagógicas que la Comisión Sectorial de Enseñanza disponibilizó a través de su sitio.

En contrapartida a dificultades como la escasa o muy baja formación desde el punto de vista de los equipos docentes para trabajar de manera virtual contenidos que históricamente siempre fueron presenciales por la dinámica propia de las disciplinas, Vicci calificó como positiva la transformación de metodologías de enseñanza que difícilmente se hubieran podido dar con la rapidez con la que se dieron si no se hubiese precipitado esta pandemia con la imposibilidad de estar en los salones de clase. Además, indicó que otro efecto positivo de este cambio fue la participación, que mayor cantidad de estudiantes pudieron participar en las clases centrales o teóricas, y a las instancias de taller virtuales. «La herramienta de Zoom permite este trabajo y que muchos de los estudiantes del interior del país puedan participar desde sus lugares», remarcó.

Por otro lado, la virtualidad generó algunas dificultades «en la atención y el compromiso de los estudiantes por la propia condición que tiene la herramienta de la virtualidad, las dificultades asociadas a la concentración en clases muy largas, o de trabajo con grupos que tienen poco conocimiento entre sí». A esto se suma que no todos los estudiantes tienen las condiciones para participar desde sus entornos domésticos en las clases, «muchas veces hay estudiantes que tienen situaciones económicas muy complejas, que comparten equipos y condiciones físicas locativas con familiares, la conexión de internet, la disponibilidad de equipos adecuados para el trabajo», señaló Vicci.

También sobre la experiencia de los estudiantes, recordó que hay una dimensión de la socialización que los estudiantes hacen presencialmente en los locales universitarios que es muy importante intentar recomponer rápidamente. Aunque agregó que «está claro o al menos parece claro que no vamos a volver a una situación en donde la virtualidad desaparezca, porque creo que la virtualidad presenta y ha demostrado ser una buena herramienta y efectiva para canalizar muchas de las acciones que antes se pensaba sólo podían ser de manera presencial».

Al mismo tiempo, el contacto con los estudiantes ha impactado en una multiplicación del trabajo docente, en la cantidad de horas que dedican los equipos docentes a poder entablar un contacto con los estudiantes más o menos similar al que se tenía de manera presencial. Para Vicci esto afecta el vínculo estudiantil-docente, en algunos casos se pueden dar situaciones complejas en cuanto a malos entendidos, o falta de atención o desconexión en el sentido conceptual de los contenidos del curso y de la labor docente en relación a los estudiantes, siempre teniendo en cuenta la condición de masividad. Acotó que esto «es complejo porque la mediación y el contacto con los estudiantes se da a través de una herramienta tecnológica, no se comparte un lugar físico en determinadas condiciones, sino que empiezan a operar las condiciones en las cuales está cada uno de los sujetos que participan de esa instancia, ahí se multiplican las variables de distracción, conexión, imposibilidad de conectar con otros».

El desafío de formar un buen médico en pandemia

Domenech señaló el crecimiento exponencial que ha tenido la carrera de Medicina en el Cenur Litoral Norte, en la cual actualmente hay unos 600 estudiantes circulando en los distintos años de la carrera y que representa una apuesta a futuro de que sean los profesionales que después se radiquen en el interior y que disminuyan la brecha en la desigualdad de atención que existe entre el Norte y el Sur, «sin duda refleja que había una necesidad».

Indicó que para la carrera en Medicina en particular, la virtualidad «alivió» los problemas que enfrentan los estudiantes haciendo cola para entrar a algún anfiteatro, escuchando mal los teóricos y donde no veían lo que se escribía en el pizarrón. «La virtualidad nos vino a desafiar de una forma impresionante», señaló. En 2020 empezó el segundo año por primera vez en el Cenur: los docentes se comprometieron mucho y llegaron a finales de febrero con un calendario de videoconferencias, incluso antes que Montevideo, indicó. Sin embargo, «con la pandemia todo ese cronograma que habíamos armado, cayó» y los cursos que migraron a la plataforma EVA de la Facultad de Medicina (FMed) incluyeron a los docentes del Cenur en las realizaciones de teóricos y prácticos, y a los estudiantes de Litoral Norte que tuvieron que pasar a hacer grupos dentro de la carrera de Medicina, contemplando las especificidades que podían tener en horarios docentes del Centro Universitario, explicó. Al referirse a los apoyos que brindó la Udelar, afirmó que «nos tuvimos que aggiornar a esta nueva modalidad y en ese sentido hubo muchas instancias de apoyo a los docentes para que nos sintiéramos cómodos con las nuevas herramientas virtuales» y agregó que utilizaron todas las plataformas disponibles como Zoom y EVA.

De todas formas, señaló que la carrera de Medicina, a su vez, tiene instancias de formación donde la virtualidad no es tan útil como en los prácticos, como en la clínica con el paciente: «en Anatomía no es lo mismo una figura que un cadáver, y no es igual la instancia con un paciente más allá de que se puedan hacer simulaciones por Zoom y hacer de paciente, que los estudiantes me pregunten, pero no me pueden examinar», ejemplificó. Por eso, afirmó que hay instancias que son insustituibles en sus diferentes modalidades, ya sea con paciente real o simulado tiene que ser presencial. Asimismo, los estudiantes más avanzados en la carrera sí reclaman presencialidad y están sumamente angustiados porque no saben cuándo la iniciarán, qué cantidad de pacientes van a ver, cuándo los van a dejar ingresar a los servicios de salud, si van a estar vacunados o no, explicó. «Ahí sí hay un reclamo de la presencialidad porque no hay otra forma de que lo puedan aprender», agregó. Mientras que a los estudiantes más jóvenes no les genera inconvenientes la virtualidad, pero sí expresan incertidumbre por saber hasta cuándo se dictarán las clases de esta manera, cómo van a ser los exámenes y cuando van a poder ir a los laboratorios.

Domenech se refirió a las ventajas que encontraron en el dictado de las clases por Zoom para beneficio de sus estudiantes y contó que han tenido en una clase 400 estudiantes en sala «con un chat que explota» y mientras ella intercambia en el Zoom, otro docente responde las consultas en el chat. De esta manera considera que el estudiante se saca más dudas que en un teórico presencial porque hay un docente que mientras se dicta la clase responde las dudas y sube material: «se puede hacer mucho más intercambio en la virtualidad que en la presencialidad porque te permite la simultaneidad», indicó. Asimismo, considera que esto también depende de cuánto el docente se actualice al nuevo trabajo y prevea cómo optimizar el intercambio. Entiende que esto «los estudiantes lo agradecen porque se dan cuenta de que hay un esfuerzo del docente por estar».
Afirmó que el gran desafío que tienen los docentes es: «la responsabilidad de estar formando un buen médico en la pandemia. Brindar una formación de calidad y un buen recurso humano».